Teatro |
En la antigüedad el teatro pertenecía al Arte Regio de la Naturaleza, debido a que las representaciones que se mostraban estaban basadas en la Ley de Siete, en la Ley del Tres y además, los cinco centros de la máquina humana eran instruidos. Por ejemplo en Babilonia tenía como único objetivo el estudio del Karma y la ilustración que debía darse a los asistentes.
Los “Orfeístas” o artistas no se aprendían de memoria ningún papel; aparecía alguien en escena, se autoexploraba a sí mismo, con el objetivo de saber qué era lo que más anhelaba, y eso que más deseaba, era lo que hablaba. Cada artista que salía a escena se autoexploraba a ver que sentía en su interior y lo que sentía, respondía. No afirmaban cosas falsas, decían algo que habían vivido y que se relacionaba con lo que los actores estaban diciendo. En todas las escenas siempre surgía lo espontáneo. La música que se usaba era para instruir al cerebro emocional. El Centro Motor solía también recibir enseñanza mediante Danzas Sagradas. Cada movimiento equivalía a una letra, y el conjunto de letras contenía determinadas oraciones, determinadas tesis, determinadas antítesis, determinadas instrucciones; así todo el auditorio recibía una cultura riquísima.
Referencias QE 1:338, 719 |