Skip to content
VM Samael Aun Weor: Psicologia Alquimia Astrologia Meditación Cábala Gnosis
Quien quiera liberarse de la rueda fatal del Samsara, tiene que disolver el Yo y encarnar su Alma

La radioastronomía

Imprimir E-Mail
escrito por Editor VOPUS   
Telescopio (La radioastronomia)

Astrónomos de EE.UU. buscan signos de vida extraterrestre
con el mayor radiotelescopio del mundo

CIENCIA

Los investigadores utilizan la misma estrategia que emplea Jodie Foster en la película “Contact” para comunicarse con extraterrestres.

JOSEP CORBELLA

BARCELONA.- Un equipo de astrónomos de Estados Unidos inició el lunes la investigación más exhaustiva jamás realizada para buscar vida inteligente fuera de la Tierra. La investigación, que se realiza desde el radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico, se basa en el mismo método utilizado por la actriz Jodie Foster en la película “Contact”: rastrear el cielo en busca de ondas de radio como las que se utilizan en la Tierra para las telecomunicaciones. Por ello, los astrónomos no podrán detectar cualquier forma de vida extraterrestre, sino únicamente aquellas que utilicen ondas de radio.

Fue un astrónomo visionario, el norteamericano Frank Drake, quien inauguró esta línea de investigación en 1960. Con más voluntad que medios, Drake orientó un modesto radiotelescopio hacia dos estrellas cercanas y no halló ningún indicio de vida. Desde entonces, a pesar de que se han empleado radiotelescopios cada vez más potentes para encontrar inteligencias extraterrestres, la búsqueda ha resultado infructuosa.

La gran novedad de la investigación iniciada el lunes es precisamente su potencia. Las observaciones se realizarán desde el radiotelescopio de Arecibo que, con 300 metros de diámetro, es el más grande del mundo. Y los ordenadores analizarán 168 millones de canales de radio simultáneamente, mientras que la anterior investigación, Serendip III, se basaba en cuatro millones de canales.

Galaxia La Vía Láctea

A pesar de este avance, “no creo que encontremos vida inteligente extraterrestre en los próximos meses”, admitió ayer en entrevista telefónica Dan Werthimer, de la Universidad de California en Berkeley, que participa en la investigación. “Sólo hace cien años que conocemos las ondas de radio. Acabamos de entrar en este juego y aún estamos aprendiendo a jugar. Pero tengo esperanzas de que encontraremos lo que buscamos antes del fin de mi vida.”

Otra de las novedades de Serendip IV respecto a investigaciones anteriores es que estudiara con detalle la frecuencia de 1.420 MHz que, según especulan los astrónomos, puede ser la que civilizaciones extraterrestres hayan elegido para enviar mensajes a través del espacio. Esta especulación se basa en que, en esta frecuencia, hay poco ruido de fondo procedente de otros astros que dificulte las comunicaciones y en que los ingredientes del agua -el hidrógeno y la molécula hidroxil- emiten radiaciones precisamente en esta frecuencia.

Los astrónomos aprovecharán otras investigaciones que se están haciendo desde el telescopio de Arecibo para rastrear al mismo tiempo ondas de radio en busca de inteligencia. Por ello, el proyecto tiene un presupuesto de sólo 100.000 dólares anuales (unos 15 millones de pesetas), informa Susan Lendroth de la Sociedad Planetaria de Pasadena, California. La investigación está financiada por la propia Sociedad Planetaria, por el Instituto SETI, que dirige el pionero Frank Drake y por particulares entre los que se encuentra el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke.

Radiotelescopio VLA

Los radiotelescopios detectan la radiación electromagnética del espacio con longitudes de onda que van de 1 mm a más de 1 km. Como los radiotelescopios sólo son sensibles a la radiación electromagnética con una longitud de onda relativamente larga, la resolución (capacidad de distinguir el detalle) de un instrumento sencillo es baja. Sin embargo, cuando las señales de un grupo de telescopios que apuntan al mismo objetivo se combinan, la resolución se mejora enormemente. Por ejemplo, el radiotelescopio VLA de Socorro, Nuevo México (EE.UU.), tiene 27 platos cuyas señales individuales se pueden combinar para formar una sola imagen de alta resolución.

LA RADIOASTRONOMÍA

Karl G. Jansky (Bell Telephone Laboratories)

La radioastronomía, ciencia atlante que se pierde en la noche profunda de los siglos, resurgió en nuestro tiempo de un modo aparentemente casual gracias a los incesantes esfuerzos realizados por Karl G. Jansky, de los Bell Telephone Laboratories, para detectar científicamente la estática de alta frecuencia que interfería en forma demasiado molesta las vitales comunicaciones transoceánicas de su compañia.

Jansky empezó sus observaciones en Agosto de 1931 con un longitud de onda de 14,6 metros (20.600 kilociclos), y muy pronto logró detectar las fuentes de dos tipos de estática.

La primera, fue atribuida, es claro, a los relámpagos que se producen en forma terrible durante cualquier tormenta.

La segunda, la señaló el citado sabio en tormentas muy lejanas cuyas radioemisiones eran desviadas probablemente hacia la tierra por las regiones ionizadas de las capas altas de la atmósfera.

Empero algo inusitado aparece, algo insólito sucede; logró detectar lo que no buscaba, un silbido de altavoz cuya extraña intensidad variaba lentamente durante el día.

Jansky informó muy sinceramente al Proceedings of the Institute Le of Radio Engineers que la dirección de este silbido extraño misterioso se paseaba por todos los puntos cardinales de la rosa de los vientos cada veinticuatro horas.

En el pasado mes de diciembre y en enero -dijo- su dirección coincidía generalmente con la del sol, no pudiendo detectarse con precisión su fuente. Luego informó que su dirección se iba desviando y que en marzo precedía en tiempo a la dirección del sol aproximadamente una hora.

Es evidente que Jansky supuso muchas cosas, hizo muchas conjeturas en relación con tan extraño silbido, no era para menos, el asunto era demasiado raro pero al fin sacó sus propias conclusiones

Las radioemisiones -dijo- parecían proceder de una fuente única o de un gran número de fuentes diseminadas por todo el firmamento, más allá del Sistema Solar.

Se ha podido evidenciar con entera exactitud que el centro cósmico especial de donde provienen tales radioemisiones se encuentra en el centro de nuestra galaxia, en la misma constelación de Sagitario.

Esto no significa en modo alguno que de todos los otros rincones de la Vía Láctea no lleguen ondas a la tierra.

Es obvio que nuestra galaxia es una fuente viviente de ruidos de radio con varias zonas de gran intensidad de emisión.

El LOGOS suena y nuestra Vía Láctea no está muda, se sostiene por el verbo, por el sonido, por el FIAT luminoso y espermático del primer instante.

“En el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y
el Verbo era Dios.”

Aurora Borealis (La Radioastronomia)

El sonido, el Verbo, la palabra creadora se propaga por todas partes, llega a todos los lugares.

La segunda guerra mundial, espantosa en gran manera, es obvio que impidió todo nuevo progreso en radioastronomía.

En febrero de 1942 los operadores británicos de radar denunciaron una nueva forma de obstrucción adoptada por los alemanes, pero al ser puesta la nueva interferencia en conocimiento de J. S. Hey del Army Operational Research Group, se pudo verificar que el sonido perturbador tenía su origen en una mancha del sol.

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que las radio-ondas son una ampliación de las ondas luminosas a ondas de mayor longitud; el descubrimiento maravilloso de que algunas partes del cielo brillan en la franja de radioespectro, significa de hecho que en el firmamento ha surgido de pronto algo completamente nuevo.

Se ha podido comprobar en forma íntegra que las nubes de los átomos de hidrógeno individuales, contrariamente a lo que sucede con los pares de átomos del gas de hidrógeno, emiten realmente radio-ondas de una longitud de 21 centímetros.

Van de Hulst, eminente hombre de ciencia, sugirió muy sabiamente que las nubes de hidrógeno dispersas por todo el universo, deben estar esparciendo en todas direcciones radio-ondas de 21 centímetros.

El átomo de hidrógeno consta en verdad de un electrón y un protón, ambos describiendo órbitas auténticas, reales, magníficas; por lo tanto actuando armoniosamente como finas varillas magnéticas.

Así como en imanes contiguos, los polos del mismo nombre se repelen mutuamente, la alineación más perfecta de estas partículas sucede cuando sus polos magnéticos se encuentran en direcciones opuestas.

Por esto adquiere el átomo determinada fuerza que le permite liberar el electrón, de modo que su polo positivo queda alineado con el polo positivo del protón. Una vez ocurrida esta liberación, el átomo conserva una ligera reserva de energía.

Finalmente viene lo mejor, el electrón es liberado, emitiendo muy inteligentemente esta energía en forma de radio-onda. Esta, en sí misma, oscila siempre con una frecuencia de 1.420.405.752 veces por segundo (1420 megaciclos), lo que ciertamente corresponde a una longitud de onda de 21 cms.

El descubrimiento de las emisiones de 21 centímetros es evidente que dio un formidable impulso a la radioastronomía.

Desde entonces es ostensible palpable y claro que se han podido registrar científicamente erupciones en el sol; determinar la temperatura de la superficie lunar y de los planetas más próximos; descubrir la existencia de partículas atómicas atrapadas y girando furiosamente en lejanos campos magnéticos como sucede en las turbulentas nubes gaseosas de la nebulosa de CANCER, etc.

La primera gran antena del National Radio Astronomy Observatory en Virginia Occidental fue proyectada para longitudes de onda de 21 cms.

Dos físicos propusieron buscar señales inteligentes procedentes ‘de otros mundos.

Es evidente que otras humanidades planetarias nos están enviando en estos momentos críticos de nuestra existencia, trenes de ondas correspondientes a los números primos, deseando con vehemencia nuestra respuesta.

La presencia de señales interestelares es del todo real y si no las captamos es porque los medios para realizarlo no están todavía a nuestro alcance.

Muchos intelectuales negarán la profunda importancia, práctica y filosófica, que tendría el registro de comunicaciones interestelares.

Nosotros los gnósticos sabemos que una búsqueda particular de señales merece, en verdad, una serie de super-esfuerzos considerables.

Las posibilidades de éxito son difíciles de estimar, pero si no investigamos, si no lo intentamos, estas posibilidades quedarán reducidas a cero.

Existen ciertamente unas cien estrellas de tamaño muy apropiado dentro de una distancia de 50 años luz.

Galaxia La Vía Láctea

Es obvio que de entre las siete estrellas que se encuentran a 15 años luz, tres de ellas (Alfa del Centauro, Serpentario 70 y Cygni 61) son plenamente visibles desde la tierra por el fondo maravilloso de la VIA LACTEA; esto nos invita a pensar que las emisiones de 21 centímetros que provengan de más allá de ellas serán 40 veces más intensas que las de otras regiones del infinito espacio estrellado.

Por lo tanto, las señales que provengan de cerca de dichas estrellas, a la longitud de onda indicada, sólo podrán recibirse si son extremadamente intensas.

Para enviar mensajes a mundos alejados 10 años luz, se necesitaría una antena como la proyectada por la Nacy for Sugar Groce en Virginia Occidental, siempre y cuando la antena receptora fuera de las mismas dimensiones que la transmisora y se utilizaran transmisores no más potentes que los que actualmente se usan en la tierra.

Debemos comprender que desde hace mucho tiempo otras humanidades planetarias han establecido canales de comunicación que algún día debemos conocer y que continúan esperando pacientemente la respuesta de nuestro mundo terráqueo, lo que les anunciaría que una nueva sociedad ha entrado a formar parte de la fraternidad inteligente.

V.M. Samael Aun Weor

La radioastronomía
AddThis Social Bookmark Button
Comentarios (0)add comment

Escribir comentario

busy
 
< Un códice ocultista de hace 500 años Desvelado   Avistamiento de Ovnis en Lima (Peru) >

Descarga

Revista BARBELO

Conocimiento Universal

Ciencia
Arte
Filosofía
Mística/Religión