Potencialidades de la sexualidad |
escrito por Arnoldo Krumm Heller (V.M. HUIRACOCHA) | |||||||||||||||||||
Capítulo XII de su obra tituladaROSA CRUZ(Novela Iniciática)
Mientras las condiciones fisiológicas o psicológicas difieren, nuestro poder de percepción tiene que ser diferente: por eso el músico, el pintor, es un especialista, desde el punto de vista psicológico. El Rosa-Cruz debe refinar sus sentidos y sentimientos, y lo consigue sólo cultivando con ahínco los estudios herméticos. Debe ser soñador, idealista, refinadamente artista. El verdadero Rosa-Cruz será pintor, músico, poeta, aunque no sepa manejar pinceles, piano o ignore rimar, pero todavía no será por eso mago, ni lo llevará al extremo necesario, sino domina la pasión material, mientras no mate su ego animal. Tenemos, pues, tres categorías de seres: los insensibles, los hipersensibles y el consiguiente término medio; existen aún impresionables sólo para ciertas cosas, pero no hay ninguno que no haya sentido la excitación, el deseo de poseer a una mujer; hasta los eunucos, los hermafroditas, tienen momentos, aunque pasajeros, en que desean hacer suya a una mujer. Ello es necesario, es una condición biológica en el hombre; pero ahí está el gran problema de cómo aprovecharlo, para bien o mal, para alimentar al animal o cultivar a Dios, para denigrarse o cultivarse, para ir adelante o retroceder. La potencia sexual es la vida, la fuerza; vemos a un tísico que apenas puede levantarse, un reumático a quien sus dolores no le permiten moverse; basta ponerlos en contacto con una mujer, para que recuperen toda su fuerza, toda su agilidad. Hay seres inferiores, a los cuales se les pueden mutilar los miembros, una pierna por ejemplo, sin que sientan dolor en el acto sexual. El esclavo sólo puede elevarse a poder mandar, después de ser libre. Un hombre esclavizado por sus instintos bajos, por sus pasiones, no podrá influir, ni dominar a otros. Sólo los hipnotistas natos, que bezas de los sabios, suelen nacer como fenómenos, pueden influenciar, a pesar de dar rienda suelta a sus vicios; pero el que quiere aprender a hipnotizar, es decir, a dominar a otros, sin haberse dominado a sí mismo, no logrará su objetivo. Veamos como influye la potencia sexual sobre la fuerza mental. La glándula pineal, rompecabezas de los sabios, esa pequeña glándula de nuestro cerebro, según los hindúes es una ventana de Brahma, es un acumulador para el hipnotista y para el mago. Desarrollada esa glándula hace efectuar a los fakires aquellos fenómenos tan sorprendentes de fascinación de masas. Esta glándula hallábase muy desarrollada en los santos que operaban milagros, y las tienen agrandadas los negociantes que comercian con éxito, y también los Edison, y todos los que se adelantan a su época. Se halla atrofiada en los idiotas, en los hombres de poca fuerza de voluntad, en fin, en la mayoría de los humanos. Es menester para el ocultista desarrollar esa glándula, y el secreto lo posee la Magia Sexual en cumplir la ley: "No fornicarás". Pero tiene sus peligros, y por eso es necesario explicarse, para evitar a los aspirantes a Rosa-Cruz el cometer errores y que caigan en los extremos; creo que es menester abrirles los ojos e indicarles dónde pueden hallar algo grande, avisarles que el refrenar demasiado, acarrearía enfermedades nerviosas, muchas veces incurables. Naturalmente, no se puede dar la clave lisa y llana, ésta debe descubrirla cada cual, según su adelanto. Sucederá que este libro, en manos de cualquiera, será sólo novela, una tontería; pero en poder del llamado, será una luz, un faro útil que dejará leer entre líneas un secreto enorme, grandioso, sublime. La mujer ha sido creada para perpetuar la especie; el hombre halla en ella su dicha, debe ser su compañera, y, como tal, debe desearla, impulsado por el amor; pero, ¿sucede en la mayoría de los casos?, ¿es realmente amor o deseo? Ciertamente lo último es lo frecuente. La mujer despierta, ante todo, ansias de poseerla; mientras esas ansias no se satisfacen, vibra en el hombre lo más elevado, lo más grande, lo más divino; el amor, una vez satisfecho, generalmente concluye. Se ama al ser ausente, se ama, de verdad, a la mujer que no se consigue; hasta a la que se pierde, como al morir o al abandonarnos. Sí, ya poseída la mujer el verdadero amor se pierde, y sólo se vuelve a recuperar después de algún tiempo al perderla, en esto está el misterio del Génesis. Eva comiendo la manzana perdió el derecho al paraíso. Ciertamente, el matrimonio es la unión del sexo masculino con el femenino, para perpetuar la especie; pero es menester que en el matrimonio sólo se entregue el uno al otro, en un éxtasis de amor inconsciente, pues basta desear el goce material para que el hombre se rebaje al animal, que sólo apetece la satisfacción de apetitos brutales. Más: se denigra más bajo que el animal irracional, pues éste, por leyes fisiológicas, tiene cierto tiempo de brama [celo], en que sólo guiado por el instinto se une con su género opuesto, y el hombre, que tiene en su voluntad cometer el acto o no, es responsable si hace mal uso de él. La naturaleza jamás deja de castigar; por eso vemos matrimonios que antes de casarse se amaban y, aunque dure la ilusión más o menos tiempo, la reacción nunca deja de esperarse; hay todavía otros que se soportan por rutina o debilidad, pero no gozan la verdadera felicidad a que puede aspirar y tiene derecho el ser humano. Para el acto se necesitan momentos psicológicos determinados, en que se experimenta una voluptuosidad suprema, en que ambos sienten delicias indiscutibles; si en ese momento la pareja hubiese experimentado simultáneamente algún deseo, y éste hubiese tomado forma en el plano astral, habrían traído la realización de ese deseo; habrían cometido un acto de magia. Hay un acto de magia sexual, hay cierto connubio que sabe efectuar el mago para sus fenómenos en que puede con su fuerza mental, en ese momento preciso, sanar o matar, enriquecer o arruinar al que se propone. Para ello hay una clave, un secreto, que podéis buscar; yo tendré buen cuidado de no divulgarlo. Pero esto no interesa a todos los lectores; es menester haber estudiado algo de ocultismo. Para el público sería ese secreto un arma horrible con que podía impunemente cometer crímenes, sin que la justicia humana le alcanzara. El matrimonio que debe simbolizar en el hogar el cielo en la tierra, se convierte después del casamiento, y en poco tiempo, en más o menos infierno. Si al principio existió la unión espiritual, luego el hombre que esperaba algo superior, lo que no puede satisfacer lo busca en otras mujeres, trata de alcanzar la dicha fuera del hogar, vienen las comparaciones, y el castillo de naipes, pompas de jabón, se deshacen, resultando, generalmente, una víctima y un victimario; casi siempre el último es el hombre, pero también los hay víctimas. El lazo fluídico de su unión se deshace poco a poco; y, si no uno, ambos concluyen mal, cuando no saben o no quieren soportarse. El verdadero amor no tiene nada que ver, ni con la ceremonia religiosa, ni con el pacto social; ésos son convencionalismos sociales que a veces hacen más daño que beneficio. La verdadera unión se hace en espíritu; y cuando todas las circunstancias están previstas por las leyes superiores, se efectúa sin poderse evitar, siendo la mujer soltera o casada, virgen o no. Es una atracción misteriosa e inexplicable. Muchas veces los jueces castigan casos de inocentes, verdaderamente irresponsables: mujeres que se entregan impulsadas por amor, y, ya satisfechas, se arrepienten, acusan y hacen castigar, siendo ellas las principales culpables. Hay ahí un hipnotismo inconsciente en el cual ya uno u otro obedece irremisiblemente; castigarlos es igual que condenar a un loco o a uno que cometió un delito en estado hipnótico, que está previsto en la medicina legal. Mucho más cruel es la sociedad en repudiar o despreciar a estas víctimas. ¿Sabe ella acaso el fenómeno íntimo que se efectúa? ¿Conoce cómo la serpiente fascina, hipnotiza al pajarillo que luego devora? El Rosa-Cruz mago siente la misma excitación nerviosa al operar, que otro ser lleno de deseo. Si supieran los hombres lo que pudieran hacer en este momento de nerviosidad, seguro que lo harían todo, menos seguir a la mujer. Todo fenómeno en el plano material es provocado en el plano espiritual, y sólo las uniones que se efectúan ahí son duraderas; sólo en ellas está el verdadero goce que los demás humanos ignoran; sólo en la unión espiritual residen el placer, el éxito y el poder. Por eso, jóvenes, huid, aunque sean hermosas, de las mujeres sin alma e incapaces de unirse espiritualmente. Evitad casaros por interés o por otros motivos. Examinad primero si vuestra amada os pertenece en espíritu; sin ello, no podéis ser felices por tiempo indefinido, ni acaparar fortuna, sino en raras ocasiones... V.M. HUIRACOCHA
Comentarios (3)
katherine said:
mary e.v.a. said:
victor manuel Dominguea arango said:
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